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Ana Laura

Soplar deseos

El verano y los panaderos.


Cada verano mi casa se llena de panaderos. Todavía recuerdo la emoción que sentía cada vez que uno me revoloteaba.


Eso solo significaba una cosa: la posibilidad de pedir un deseo ✨.


El ritual siempre era el mismo, ver si tenía pan (sino no servía), sacárselo, guardarlo, pedir el deseo con los ojos cerrados y volverlo a soplar con fuerza para que llegara alto.


Ojalá pudiera acordarme que les pedía… Estoy segura que en algún momento voló una casa de Barbie, que me tocara con mi mejor amiga en la clase, gustarle al que me gustaba…


Hoy, mientras flotaba en la piscina, volvió a volarme uno que casi cae al agua, casi, porque logré agarrarlo antes. Pero no pedí nada, lo dejé volar.


Cuando me di cuenta de lo que había hecho empecé a recordar todo esto que ahora te estoy contando. Automáticamente mi niña me grito ¨Estás loca! Acabas de tirar un deseo.¨


Es que me veo ahí, bajita, con el cerquillo que solo tuve de niña, llorosa y malhumorada, reprochándomelo.

Si, esa de la foto soy yo, pero ahí estaba contenta, así que imaginate la secuencia de como mi cara paso de esto, al pataleo.


Me resulta curioso y desgarrador a la vez, darme cuenta de como vamos perdiendo la ilusión. Como dejamos de poner nuestra atención en esas cosas simples, cotidianas, que nos llenan de esperanza, de juego, de magia, que le dan sentido a la vida.


Y ahora estoy acá, sentada en una silla de playa mientras escribo, se está haciendo de noche y los mosquitos empiezan a atacar (otro must del verano). Y mientras lo escribo sonrío, porque lo vuelvo a sentir, me vuelvo a ver.

Quiero volver a jugar, quiero seguir soplando deseos al mundo cada vez que pueda con la ilusión de que se van a cumplir.


¿Y si la próxima lo agarramos y lo pedimos?


Ojalá se te cumpla 💫

Ana.

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